La práctica de utilizar pantallas de ocultación para distraer a la opinión pública cuando no interesa que fije la atención en determinados asuntos, es habitual en el mundo de la política, gobierne quien gobierne.

Será por la cantidad enorme de mentiras y propaganda capciosa que utilizan Sánchez y sus 1.200 asesores -que a la postre, como los Mandamientos, se resumen en dos, el propio Pedro e Iván Redondo-, pero este gobierno es el mayor especialista en tapar escándalos con otros aquelarres. Y es que todos sus mamandurrias se resumen así: Amarás y aplaudirás a Sánchez sobre todas las cosas y a los bienes del prójimo como a ti mismo, amén.

Suprimir, a partir del 26 de junio, la obligación del uso de mascarillas al aire libre, es invadir las atribuciones de las comunidades autónomas a las que dicen haber cedido las competencias y es pasarse por el forro el consejo interterritorial al que no se ha consultado y dentro del cual muchas de aquellas desaprueban la medida, incluidas varias gobernadas por socialistas. Pero, a la postre, es otra burda manera de desviar la atención de la sufrida ciudadanía sobre la aberrante decisión de indultar a los delincuentes que perpetraron el intento de golpe de estado del 1-O.

Tan taimadas excarcelaciones no son en el fondo más que dos cosas, la primera, por supuesto, el pago que Sánchez tenía pendiente con quienes le apoyaron en aquella moción de censura ilegítima -y digo bien ilegítima ya que, quien albergue alguna duda, puede acudir al diccionario de la RAE donde entre otras definiciones incluye, como tal, el apartarse de la moralidad- y la segunda,  mucho más grave, otra gran cortina de humo para ocultar lo más vil y ruin que se pretende.

Por supuesto que los que van a ser indultados no dan muestra alguna de arrepentimiento, está claro que ellos mismos y todo el independentismo abominan de la medida de gracia, es meridiano que repiten, una y otra vez,  “ho tornarem a fer” y a nadie se le escapa que esa supuesta pacificación tiene el mismo porvenir que una mesa de diálogo entre la oveja y el lobo o la gacela y el león.

Sánchez es abucheado en Madrid y allá por donde va, incluido hoy (21/06/21) en Barcelona por los independentistas, los mismos cuyos mandamases le han hecho idéntico feo que al Rey y no han asistido a la cháchara de sus vanidades, pero igual da. Impasible el ademán continúa con la hoja de ruta que le habrá de llevar a permanecer en La Moncloa hasta al menos 2.021.

Con Junqueras o sin él, con Puigdemont o con Pere Aragonés, con amnistiados en la calle o no, el independentismo va a seguir adelante. Con seudo-diálogo o no, nunca se apartarán de su camino. En el fondo, el problema principal no es que los sediciosos salgan a la calle o no. Mientras no se actúe adecuadamente, con firmeza -la democracia no implica falta de contundencia- y con acuerdos -hoy imposibles- entre los partidos constitucionalistas, seguirá habiendo adoctrinamiento en las aulas, se arrinconará el castellano, se seguirá promoviendo la insurrección desde TV3, las empresas seguirán huyendo de Cataluña, los españoles que no son secesionistas seguirán sintiéndose perseguidos... y tantas y tantas cosas que convierten a la catalana en una sociedad irrespirable.

Porque, repito, todo forma parte de la misma cortina de humo, la mampara que lo que oculta no es más que el intento de destrucción de España tal y como la conocemos desde 1.978, la demolición del estado de derecho y el derribo de la Corona. Esos y no otros son los fines del extremismo comunista de una izquierda, hoy encarnado por Unidas Podemos y resto de radicalistas estalinistas de nuevo cuño, más los nacionalismos excluyentes que pululan por la piel de toro. Algo muy parecido a lo que pretendía hacer el frente popular durante la segunda república para instaurar la dictadura del proletariado, y lo que hoy consideran posible gracias a la ayuda de unos socialistas.3, con “Su persona” al frente, el auxilio de los amorales, pléyade de colaboracionistas acomodaticios, a quienes su egoísta visión cortoplacista de ideología adaptable a sus intereses personales, permite acometer cualquier atrocidad.