Fracaso, desastre y descalabro son, entre otros, los calificativos más utilizados desde que PSOE y Podemos, Sánchez e Iglesias, protagonizaran el naufragio de sus negociaciones para intentar dirigir nuestro destino político; ni coalición ni colaboración, nada de nada. Transcurridos tres meses desde que se celebraron las elecciones, más de un año despues del triunfo de una moción de censura, España sigue sin tener un gobierno estable y algo parecido sigue sucediendo en algunas Comunidades Autónomas. Madrid, Aragón, Navarra y Rioja, siguen pendientes de posibles acuerdos de gobernabilidad aunque podríamos creer que en estas últimas el asunto se resolverá antes que en aquella -en algunos está casi resuelto- excepto que los acuerdos se vean condicionados por el apocalipsis de los primeros.

Ahora se libra lo que se ha dado en llamar la batalla del relato, ¿de quién fue la culpa, cual de ellos es más responsable? La respuesta depende mucho de quien la formule. Como en cualquier disputa; ambas partes tendrán una cuota de responsabilidad pero lo que también parece evidente es que Sánchez, que su PSOE, no quería alcanzar acuerdo alguno de coalición con Podemos. Cualquier analista medianamente informado sabía que el resultado de las negociaciones iba a ser muy incierto, pero el modo en que ha sucedido nos ha sorprendido a todos y es que ambos parecen haber “partido peras” y hasta podríamos creer que Sánchez e Iglesias se han enemistado personalmente de forma irreparable o que al menos el modo en que ha ocurrido dejará  una herida difícil de curar.

Es muy posible que Iglesias deseara formar un gobierno paralelo dentro del gobierno de un Sánchez que tampoco estaba dispuesto a hacer concesión alguna. El Presidente en funciones hubiera negociado un gobierno de colaboración pero de ningún modo quería oír hablar de coalición. Ni poco ni mucho, no quería a nadie de Podemos en su gobierno y, por si cupiese alguna duda, ante la última súplica, porque no fue otra cosa, de Iglesias en el último minuto de la prorroga, Sánchez ya negó con la cabeza lo que poco más tarde veríamos confirmado por Adriana Lastra en el estrado.

Hay algo que tenemos que agradecerle a Pedro Sánchez y ello es que no haya permitido que los mismos que colaboraron a instalar el chavismo en Venezuela, formen parte de un gobierno de España. Sería muy peligroso para la democracia española y muy probablemente letal para el socialismo español.

Pero no nos dejemos engañar porque no nos cansaremos de repetir, por pesados que parezcamos, que lo mismo que los socialistas emprendieron en muchos otros Ayuntamientos,  Comunidades o en la Diputación de Barcelona, todos en los que están a partir un piñón con ellos y aceptando la colaboración, por activa o por pasiva, de cualquiera de los otros detritus políticos existentes, lo seguirían llevando a cabo muy gustosamente haciendo gala de un sincretismo imperfecto e interesado. A lo que no está dispuesto Sánchez es a meter a su mayor antagonista en casa ni a dormir con el enemigo que le quiere destrozar. Y, desde luego saben que ese gobierno les restaría credibilidad en Europa y más aún dentro del Partido de los Socialistas Europeos al que pertenecen.

[Algún día habríamos de analizar un hecho que nos llama mucho la atención, que no es otro que el de que el supuestamente moderado y antisanchista aragonés, Javier Lambán, esté a punto de formar un gobierno de coalición con Podemos-Equo y más sorprendente es que haya sido posible gracias al ridículo protagonizado por un partido hipotéticamente de centroderecha, el protéico Partido Aragonés Regionalista (PAR), hasta hace poco aliado de Rajoy y que prefirió pactar con el PSOE para evitar a Vox por la derecha y que ahora se encuentra atrapado por la coalición, que no cooperación, con la extrema izquierda, aunque trate de justificarse diciendo que lo importante es que sí, que bueno, que solo se cumplirá lo pactado con Lambán.]

Resulta llamativa la actitud conciliadora de Ezquerra Republicana de Cataluña y de su representante, ese Rufián, ese charnego de ERC, tan distinta de la postura de los derechistas de PdeCat  con quienes el PSC de Iceta parece tener bastante menos sintonía. En realidad no es ni tan llamativo ni sorprendente que ERC busque para España un gobierno de izquierdas tolerante con el nacionalismo independentista. Pero lo de Aitor Esteban, con tractor o sin tractor, presentándose a sí mismo y a uno de los partidos más a la derecha del continente europeo, como el paradigma de lo que se ha dado en llamar “progresismo” es como para echar a correr. No le den vueltas, cuando le interese volverá a querer pactar con una derecha que también tiene mucho que callar al respecto.

Iglesias ha sido humillado, pero sabe que sus 42 Diputados penden de un hilo, que si volvieran a celebrarse elecciones tendría mucho que perder, así que muy probablemente termine por acceder a las pretensiones de Sánchez. En septiembre o después de noviembre, pero tendrá que acabar dando la flexión de nuca, porque de lo contrario corre el peligro de bajar aun más sus expectativas. Y son muchos los que dentro del conglomerado podemita se lo están pidiendo a gritos.

Pero, por si acaso, y como lo importante para Sánchez es mantenerse donde está ahora, ha aprovechado una de esas entrevistas montadas a su mayor lustre y honor para contarnos que ahora va a explorar nuevas vías de entendimiento con otros partidos constitucionalistas, con PP y con Ciudadanos. ¿Quiere eso decir que podría pactar con ellos cosas tales como comprometerse a no indultar a los posibles condenados por el juicio al procés? ¿Estaría dispuesto a pactar  menores subidas de impuestos, a renunciar a ese federalismo que solo él sabe qué es, a no derogar la reforma laboral o la mal llamada “Ley Mordaza”? ¿A tantas otras cosas que aborrece de esa derechona que califica de fascista? No, no nos parece lo más factible. Seguramente les seguirá pidiendo que, solo por una supuesta responsabilidad, sensatez o resignación, le ayuden a ser investido para después continuar con su línea, mucho más próxima a la extrema izquierda y tan contemplativa con el nacionalismo.

Mientras tanto tendremos que armarnos de paciencia y seguir esperando el deshojar de la margarita. Sánchez es el primer Presidente que nos ha llegado tras una moción de censura, el primero que ha perdido dos intentos de investidura y el primero que lo va a intentar por tercera vez, el primero que puede gobernar tras alcanzar solo 123 escaños aunque se pavonee como quien ha ganado por mayoría absoluta. Claro que  tiene a sus amigos-oponentes-contrincantes contra las cuerdas y en el lado opuesto contempla a un Partido Popular que cuenta con una cantidad de Diputados casi ridícula para sus expectativas, mucho menor que en los principios de la AP de Manuel Fraga, a un Ciudadanos que no acaba de despegar y a un Vox  que como en la película  “Born to kill”, es lo que un cómic tradujo por “nasío pa matá” a los de la derechita cobarde; y así les va a todos.

No sé que pensarán ustedes pero creo que con el bipartidismo que ellos se encargaron de dinamitar todo era menos complicado y más manejable.

“¿Por qué hacer, oh necios, trampas fuera de la ley, siendo tan cómodo hacerlas dentro de ella?” Carlo Dossi, escritor italiano (1.849-1.910)