Hay medios de comunicación que se dedican específicamente a temas concretos como pueden ser el deporte, la ciencia, la prensa rosa, etc., pero otros, es decir, la prensa de información general, los periódicos diarios, las emisoras de radio y televisión, los que tratan abundantemente la información política, todos ellos se distinguen por adoptar una postura o una línea de pensamiento que puede abarcar todo el arco de idearios políticos comenzando por un extremismo y finalizando por el contrario. Y eso es sano porque es uno de los rasgos que caracterizan a una sociedad libre en la que se respeta la libertad de pensamiento y expresión. Más discutible puede ser a veces el modo en que cada uno trate esa información.

Esa ideología se exterioriza mucho por la forma de presentar la misma noticia según quien la proporcione, pero aun se manifiesta más por lo que callan que por lo que cuentan. Ha resultado muy evidente cuando días atrás se ha producido el secuestro de unos niños, retención vil a la que no vamos a dedicarle mayor atención por el desprecio que nos producen sus autores y porque no es el tema que queremos tratar, pero que fue materializado por una señora que en su día fuera asesora del partido Podemos y cínica presidenta de una asociación denominada “Infancia Feliz”. No vamos a acusar de nada a este grupo político porque no es nuestro estilo, aunque no quiero imaginar cual hubiera sido su reacción si el tema hubiera sido llevado a cabo por alguien de la “derecha trifálica” y para qué contarles si, además, el mayor responsable de esta felonía hubiera sido un hombre. El caso es que no acabamos de entender y nos ha llamado la atención que pocas de las emisoras consideradas afectas a la idea “progresista” hayan mencionado su afinidad política. Imaginemos de nuevo lo que hubiera ocurrido de tratarse de alguien afecto a otra ideología.

Tampoco hemos visto mencionar en medio alguno de los considerados como de derechas la última metedura de pata del sucesor del primer Pontífice, del Apóstol Simón Pedro, el actual Papa Francisco I. Por supuesto que las que menos tiempo le han dedicado, exactamente ninguno, han sido La COPE y 13 TV, emisoras que suelen tratar con abundancia toda la información referente al prelado pues no en vano están administradas por la Conferencia Episcopal. Y si han evitado el tema, nos tememos que se temían (valga la aliteración) que el fondo de la entrevista concedida a un periodista de La Sexta TV no les había parecido muy acertado para su imagen, tal y como nosotros también pensamos.

Jorge Mario Bergoglio no es un Papa bien aceptado entre los sectores católicos más conservadores. Sin embargo, algunas de sus palabras e incluso hechos han sido alabados por los sectores más radicales de la izquierda. No falta quien le tacha de comunista y hasta masón dicen otros pero, aunque esos puedan ser calificativos muy desmesurados, lo cierto es que él no evita mostrar cierta simpatía hacia los miembros o ex miembros de la llamada Teología de la Liberación, esa interpretación del Evangelio que entiende la doctrina cristiana con fundamentos social-comunistas, teoría por la que de algún modo sí parece mostrarse influido. La Teología de la Liberación surgió en América tras el Concilio vaticano II, pero en su transversalidad también ha sido adoptada por algunos protestantes y ha contado entre sus afectos desde mártires como el jesuita salvadoreño de origen español Ignacio Ellacuría o el Obispo San Oscar Romero, hasta un ministro nicaragüense sandinista como el también Obispo Ernesto Cardenal y miembros de las guerrillas colombianas como el zaragozano conocido por el sobrenombre de “el Cura Pérez” o el también sacerdote colombiano, Camilo Torres Restrepo, que perdió la vida en su primera acción de combate.

Lo cierto es que la Doctrina Social de la Iglesia no se ha modificado un ápice con Francisco I, entre otras cosas porque pensamos que, aunque quisiera hacerlo -y no lo creemos- le iba a resultar prácticamente imposible ya que las férreas estructuras vaticanas lo impedirían, pero sus gestos y sus palabras satisfacen más a unos que a otros. Entre sus contribuciones positivas podemos contar que ha acometido con valentía –quizá tampoco tenía otra opción- la limpieza de los muchos abusos sexuales que a lo largo de tantos años se han ido cometiendo por algunos de los miembros del sacerdocio y que no hacian más que empañar la verdadera y autentica labor titánica de la Iglesia a favor de los más pobres y desamparados de todo el orbe.

Su Santidad, el Papa Francisco, no ha visitado España ni una sola vez a pesar de haber realizado numerosos viajes a todo tipo de países, el más reciente a Marruecos, país teocrático musulmán en el que por ley está prohibido convertirse a otra religión, que mantiene una guerra colonialista en el Sahara Occidental y cuya tasa de católicos asciende al 0,1%.

Bergoglio, en los seis años que hace que fue investido Sumo Pontífice, no ha venido a España, el país en el que el 66% de sus cuarenta y siete millones de habitantes se declara católico y el que a lo largo de la Historia más ha contribuido a difundir por el mundo la religión apostólica romana además de su propio idioma castellano y español -incluida la Argentina en la que él naciera-. Francisco ha rehusado numerosas invitaciones para venir a nuestro país, incluida la que se le ofreciera en 2.015 con motivo del quinto centenario de la muerte de Teresa de Jesús, excelsa Santa venerada, doctísima escritora mística respetada por católicos y ateos y hasta figura reivindicable por el feminismo. Su predecesor, Benedicto XVI, nos visitó una vez y San Juan Pablo II lo hizo hasta en cinco ocasiones.

La entrevista que antes mencionamos fue concedida a un medio considerado de izquierdas. Nada vamos a objetar a ello, pero también llama nuestra atención que nunca haya hecho lo mismo con ninguna otra prensa de la que pudiéramos citar como de derechas, incluidas las antes aludidas y pertenecientes a la Conferencia Episcopal Española. En esa entrevista, Francisco se dejó conducir, pastorear quizá, por el entrevistador hasta tratar solo los temas que a éste le convenían, aunque no sabemos si eran tal vez también los que a Bergoglio le parecían más oportunos. Sin embargo, a nuestro entender mostró un gesto de cobardía cuando le preguntaron su parecer sobre la posible exhumación de Franco y contestó “no tengo opinión”; podría haberse posicionado en un sentido o en otro, podía haber dado una respuesta evasiva para salirse por la tangente como tantas veces ocurre en casos similares, pero expresar falta de criterio nos parece un amilanamiento innecesario.

Pero el clímax se la entrevista se produjo cuando el periodista le preguntó que cuando pensaba venir a España y la respuesta fue: “visitaré España cuando haya paz”.
¿Significa ello que Jorge Mario Bergoglio considera que España es un país en guerra? Echamos de menos alguna explicación que tememos no nos dará. Y si cree lo que dice sería algo tan incalificable que poco o nada añadiremos por prescindible, pero me permitiré reseñar, con todo respeto, lo que el gran maestro, periodista y escritor, Alfonso Ussía, escribió en su articulo de La Razón del pasado 2 de abril aludiendo a este mismo asunto: “Su Santidad (…) recibe, abraza y sonríe a Fidel y Raúl Castro (…) a Nicolás Maduro (…) a la ladrona -acusada en su país de impulsar el asesinato de un fiscal- Cristina Fernández de Kirchner, la viuda multimillonaria (…) matrimonio tan ladrón como populista. En cambio, recibe, no abraza y no sonríe al presidente Macri (...) Me temo que sea cierto lo que su Santidad ha reconocido como ya hizo el ponderado, místico, músico y teólogo Benedicto XVI, que el Diablo está también en el Vaticano (…) No tenga duda, Santidad, de que uno de sus más allegados asesores lleva el rabo enrollado y camuflado en la parte trasera de su sotana y solo lo suelta (…) cuando se encierra cada noche en sus aposentos.”

Lo que hay que ver.