La crisis diplomática con el norteafricano e incómodo país vecino del sur, tiene un principal responsable que no es sino el propio régimen alauita, una dictadura que no duda en poner en riesgo la integridad de sus ciudadanos a los que es capaz de exponer a peligros, niños y menores incluidos, tropelía tras tropelía con absoluto desprecio a las más elementales normas de la diplomacia y carencia total de respeto a los derechos humanos.

Históricamente, nuestra relación con Marruecos siempre ha sido muy delicada y ha requerido una gran habilidad diplomática. Necesitamos tener una relación cordial con ellos y ellos necesitan, aunque lo olviden frecuentemente, tenerla con nosotros; se requiere actuar con tacto y habilidad, para eso tenemos un excelente cuerpo diplomático y a ello debe prestar especial atención el ministerio de asuntos exteriores. Prudencia, sagacidad, delicadeza, son cualidades que adornan siempre las relaciones exteriores, pero todo ello sin olvidar la firmeza y la defensa a ultranza de nuestros intereses.

La gestión de la crisis por parte del gobierno español ha sido y está siendo manifiestamente mejorable. Aunque fuera el detonante, el actual trance no comenzó con la incomprensible y estúpida ocurrencia de traer, a escondidas y con identidad falsa, al líder saharaui Brahim Gali desde Argelia -cuesta creer que no pudiera haber sido bien tratado allí, donde contaba con todo el aparato del estado argelino quien, además, podría haber negociado lo mismo con cualquier otro país con menos servidumbres hacia Marruecos-. Solo un fatuo y sinsorgo presidente pagado de sí mismo, podía haber tenido la idea de no hacer la habitual primera visita al monarca marroquí rompiendo una larga tradición. Los marroquíes pueden ser excesivamente sensibles con estas cosas que consideran desprecios, pero el ilimitado ansia de protagonismo y las “originalidades” de Sánchez siempre los acabamos pagando todos los españoles. Tampoco fueron de ayuda alguna las extemporáneas declaraciones del, ya afortunadamente ex, vicepresidente Iglesias, aquel que calladito resulta menos desagradable de ver, sobre la situación en el Sahara Occidental.

España es el primer socio comercial de Marruecos y el segundo inversor en aquel país, España es, o debiera ser, un interlocutor válido del reino de Mohamed VI con Europa, España y la UE prestan muchas ayudas económicas a Marruecos para que controle las corrientes migratorias que asaltan nuestras fronteras y cruzan el mar en cayucos hacia la península o Canarias. Por España transitan a diario cientos de camiones marroquíes que transportan productos agrícolas hacia Europa. Por supuesto que tenemos que ser precavidos y cautos en las relaciones con nuestros vecinos pero nos sobran argumentos para, de ser necesario, ejercer presión sobre Marruecos para que no “nos monte el pollo” cada vez que al señor Mohamed, al dictador multimillonario que tiene a su pueblo sumido en la miseria, le salga de lo que tenga bajo la chilaba. Pero el gobierno español, que ya tenia prevista en sus PGE una partida de 30 millones de ayuda a Marruecos decidió, como forma de calmar a la fiera, adelantar ese donativo en plena invasión de El Tarajal.

¿Qué más ha hecho nuestro gobierno para acabar con esta crisis? Nada, solo confiar en las amables gestiones de una UE que siempre se acaba lavando las manos. Debe ser eso lo que Sánchez llama diálogo, concordia y actuar sin planteamientos revanchistas, lo mismo que practica con Mandela-Junqueras y pronto hará probablemente con Puigdemont.

Como señal de agradecimiento por todo, y por si fuera poco, el gobierno marroquí ha decidido impedir el paso de sus gentes este verano desde España a su territorio, algo que causará graves perjuicios a los marroquíes que deseen cruzar el estrecho y millonarias perdidas económicas en España. Muchas gracias señora ministra González Laya, quedamos muy satisfechos señor Sánchez, pásense cuando quieran por el Campo de Gibraltar a recibir los aplausos y el calor del pueblo y los comerciantes de la zona.

Que la gestión económica de este gobierno es un desastre queda fuera de toda duda, pero lo que es regalar nuestro dinero -como en el caso Plus Ultra- lo hacen de maravilla.

Y como éramos pocos, la abuela se quedó preñada. Navantia acaba de perder un contrato supermillonario para la construcción de cuatro fragatas y la prensa griega culpa a Sánchez por las pésimas gestiones del gobierno español.

Decía Clinton aquello de “es la economía, estúpido”. No sabemos si será o no la economía la que acabe descabalgando a Sánchez pero de estupideces, por si acaso, mejor no hablaremos ni señalaremos a nadie.