Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable

Palabras para Julia
(José Agustín Goytisolo)

En un debate entre Albert Rivera y Pablo Iglesias que tuvo lugar allá por 2.015, este último tuvo un lapsus cuando, queriendo citar la obra de Kant “Crítica de la razón pura”, se confundió y cambió la primera palabra “crítica” por la de “ética”. El error humano siempre es comprensible y más éste en el que se alude a un término que el líder de Podemos y sus fieles parecen pretender monopolizar, aunque cada día se aleje más de la posibilidad de que resulten creíbles. Ésto es lo que motiva el título del presente artículo.

Hace pocas fechas aludíamos a un conocido miembro del mismo grupo político, el general retirado Julio Rodríguez por otras razones. Pero ahora, entendiendo que la estulticia nunca prescribe y a pesar de haber transcurrido ya más de dos años, lo que motiva este post no es otro que el tweet que el mismo personaje escribió con fecha 30 de junio de 2.016, tras la victoria electoral de un partido que no era el suyo. Es posible que se hallase contrariado tras no conseguir el escaño que pretendía y a vueltas con el sentido de la ética que tanto parece preocupar a estos señores, el tweet rezaba textualmente así:
"Bdía,
Si hay algo deprimente es que la mitad de los electores no quieren ningún cambio. No creen en la ética, y eso...empieza a ser peligroso."

Permítanme publicar la misiva que le escribo:

PALABRAS PARA JULIO (Carta abierta)

Mi ético General: Compartimos algunas cosas como haber nacido el mismo año en la misma ciudad e ingresar al mismo tiempo en una Academia Militar, pero otras cosas nos diferencian; tu carrera fue muy brillante y alcanzaste el máximo empleo militar, nada menos que General del Aire o General de cuatro estrellas en terminología OTAN. Si hacemos caso a los datos, tu valía personal será superior a la media y eso tal vez te confiera un mayor sentido de la ética lo que, claro, también incluirá la honestidad de dejar escapar piratas cuando el sentido común, el tuyo, lo aconseje. He servido a las órdenes de muchos jefes, algunos extraordinarios y siempre he ansiado emular la ejemplaridad de mis superiores jerárquicos; de haber sabido que lo ético era pensar como tú, quizá te hubiese seguido.

Tu mitad de los electores, aquellos que piensan como tú, los de la decencia ética, entiendo que sugieres que son los que comulgan (con perdón) con la formación por la que te has presentado dos veces –lástima que no hayas logrado escaño debido a la no ética de la otra mitad– pero no sé exactamente hasta donde abarca esa tu mitad porque no nos lo indicas; lo más seguro –o no salen la cuentas– es que incluya nacionalismos excluyentes y ahí es donde me pierdo contigo, porque ambos juramos, el mismo o en cercano día, defender la integridad de España hasta con el sacrificio de la propia vida si fuere necesario (siempre que así lo requiriesen las órdenes del poder político, que nadie me tergiverse).

Gracias a las prerrogativas de tu alta dignidad militar, aun tras cesar en el cargo pasaste a la situación de retiro algunos años después de la edad a la que lo hacemos los humildes mortales de a pie, lo que te permitió mantener un estatus superior al que de otro modo te correspondería, en un puesto no muy exigente, sin que tu elevada conciencia social lo impidiera. Era tu derecho legal y no seré yo quien objete nada en contra de ello, pero ahora ya estás en el territorio de los jubilados comunes y en esta zona hace bastante más frio, así que entiendo bien tus deseos de seguir defendiendo los derechos del pueblo desde un cargo de diputado y padre de la patria y, si de paso vuelves a mejorar tus ingresos, pues miel sobre hojuelas. Pero los faltos de ética lo han impedido y, claro, entiendo tu desagrado.

Algunos, menos inteligentes y cualificados, creíamos haber superado el trauma de las dos Españas, el de la España maniquea partida en dos, pero tú nos has sacado del error. Gracias a ti sabemos que hay una mitad de españoles que creen en la ética frente a la otra mitad que no es honesta.

¿De verdad te crees mejor? ¿Quién te dio derecho a dar lecciones de ética? ¿Por qué faltas al respeto a quienes piensan de modo diferente? ¿Te gustaría imponernos tu forma de pensar porque es la buena aunque, a causa de nuestra falta de ética, seamos incapaces de entenderlo? Eso sí que parece peligroso.
Atentamente

PS: Perdona que no me haya despedido con la habitual frase castrense "queda a tus órdenes" pero es que lo que no puedo ser es ni falso ni cínico.