La auctoritas romana y su  fruto, el actual principio de autoridad es, o debiera ser, imprescindible en cualquier organización o empresa y también en el mundo de la política.

Puede haber pasado desapercibido, pero que hayan sido los miembros del gobierno quienes se desplazaran a Barcelona para celebrar la vergonzante mesa de diálogo con los seudogolpistas, en lugar de ser los representantes del gobierno catalán quienes se personaran en Madrid, es la enésima prueba de la sumisión del ejecutivo central ante quienes esperan su benevolencia a cambio de votos. Sánchez, que  tiene una prelación en el estado mucho mayor que la de Pere Aragonés, sabía que éste le iba a preparar un recibimiento semejante a la recepción del primer ministro de una potencia extranjera pero, condescendientemente, admitió la ridícula ceremonia de pasar revista a unas “tropas” que le rindieron honores y hasta hizo el consabido saludo -el “bisagrazo”- a la bandera autonómica como si de una enseña nacional de otro país se tratase. Todo un encuentro de autoridades al mismo nivel.

Si la reunión hubiera tenido lugar en Madrid, don Pere no hubiera podido retirar de su espalda la bandera española al comparecer tras el encuentro, otra humillación admitida por don Pedro. Y es que los gestos y los símbolos, sobre todo en momentos como el que vivimos, tienen gran trascendencia.

Nos venden la mercancía averiada del logro de haber conseguido enfrentar y enemistar a las dos facciones separatistas cuando, en realidad,  llevan muchísimos años enfrentadas y odiándose. Lo único que han hecho ahora es mostrar su sempiterna aversión de modo más visible, pero a nadie le queda la menor duda de que siguen firmemente unidos para el único objetivo final que ansían. ¿Qué ha cambiado en Cataluña en estos últimos años de paparrucha sanchista? Para bien nada, para mal todo lo demás, la población no independentista cada vez se siente más insegura y el ambiente está cada vez más enrarecido.

Que no nos engañen diciendo -solo- que las Comisiones Bilaterales de Cooperación gobierno-comunidades existen y están amparadas por la ley, porque si bien eso es cierto, su finalidad es que allí se traten temas de interés general, administrativos o jurídicos, pero de ningún modo se podrán discutir conceptos tan anómalos como autodeterminación o amnistía. ¿Y cuántas veces ha convocado Sánchez alguna comisión bilateral con otra autonomía? Exactamente ninguna, pero el concepto ha sido burdamente utilizado como excusa para organizar esta mamandurria inter pares.

Sánchez desprecia y trata de humillar a la oposición pero se postra, degrada y doblega ante quienes le pueden dar algunos votos para mantener su gobierno pleno de rotos y descosidos. Se envanece diciéndonos -a nosotros- que no han hablado de amnistías ni de independencias cuando su interlocutor afirma todo lo contario. Está muy claro que Sánchez no puede concederles lo que le piden, faltaría más, simplemente porque no tiene competencias para ello. Lo sabe él y lo sabe Aragonés y la única forma de poder confiar en la seriedad de nuestros primer ministro, sería la de que impusiese la condición expresa de que en absoluto se hablaría de ello ni antes, ni durante, ni después de la conferencia o de lo contrario la reunión se suspendería de inmediato.

ERC y Junts per Cat no han dejado de repetir que lo volverán a hacer y si no lo hacen es porque han descubierto que el estado es más fuerte de lo que pensaban, que el artículo 155 de la Constitución se puede aplicar y que sus desbarres les pueden llevar a la cárcel durante años por mucho que la debilidad del gobierno actual les cambie cromos en forma de dinero e indultos por votos a favor de los presupuestos.

No hay actas de la reunión bilateral y nuestros temores aumentan. No nos han dicho nada de lo que realmente se habló porque el secretismo es uno de los pilares de la política de Sánchez, el principal junto al uso descarnado de la mentira y al mismo nivel que la frivolidad, el postureo y la autopropaganda.

Españolitos, nos guarde Dios.