Ayer, 23 de julio de 2.019, tuvo lugar la primera votación para la investidura de nuevo Jefe de Gobierno y, como era previsible, sin alcanzar un final positivo para el aspirante. A falta del segundo intento a las cuarenta y ocho horas del primero, ya veremos qué sucederá para entonces.

Por el momento el resultado final es incierto puesto que todo depende de la capacidad que demuestren PSOE y Unidas Podemos (UP) para ponerse de acuerdo en formar, o no, un gobierno de coalición. Las posiciones están muy encontradas pero el hecho de que a primera hora UP tuviese previsto votar “no”  y a última hora lo cambiaran por una “abstención”, demuestra claramente que no todos los lazos están rotos y van a seguir negociando denodadamente hasta el ultimo momento. A ambos les interesa el acuerdo y lo van a intentar de la forma que más se aproxime a sus respectivos puntos de vista e intereses. Parece probable que lo consigan, aunque todo está en el aire.

Pero los debates han servido muy bien para que, una vez más, podamos acercarnos a conocer a los protagonistas. Daremos un rápido repaso a lo que cada uno de los líderes de los principales partidos ha dado de sí.

Casado se ha dado cuenta de su posible error y ha moderado mucho su discurso con respecto a lo que hizo en campaña electoral, sin por ello dejar de lanzar duros ataques al pretendiente a Presidente como corresponde a quien se considera líder de la oposición. Probablemente es el mejor y más sobresaliente Congresista del momento, el único que no lee nunca un papel escrito, y además le ha ganado a Rivera su duelo particular a ese respecto. Albert Rivera  estuvo muy contundente además de acertado en sus críticas, pero demasiado desabrido y agrio y eso no era lo que más le convenía. Pablo Iglesias, como viene ocurriendo últimamente estuvo brillante; el hecho de que no comparta ninguno de sus planteamientos no me impide reconocer que, al menos en las formas, se está convirtiendo en un esplendido parlamentario que, además, fue capaz de descolocar completamente a todo el PSOE con su personal paso atrás pero sin bajar ninguna de sus pretensiones. Por último, Santiago Abascal resolvió su primera intervención parlamentaria de un modo bastante aseado; podemos compartir o no sus puntos de vista como haríamos con los de cualquier otro líder, pero de ningún modo lanzó mensaje alguno de odio tal como pretendió reprocharle el aspirante al cetro presidencial, a no ser que recordar a unos guardias civiles heridos, denunciar una presunta impunidad de la Generalidad Catalana, decir que los que atacaron a Cs en la famosa marcha del orgullo no representan a todos los homosexuales, reivindicar el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos, oponerse a la Ley de memoria histórica,  decir que fue el partido socialista quien en 1.994 rebajó las penas a los violadores, entre otras cosas similares, además de acabar su discurso con un “Viva España”, tan doloroso para muchos, pueda ser considerado como tal mensaje de odio. Algunas otras cosas le sobran siempre por querer decir más  de las que cabrían en una breve intervención y así no poder o no saber explicarlas bien, por no saber elegir el momento adecuado y por tener perdido el sentido de la oportunidad brindando a sus oponentes más ocasiones para atacarles.

Mención aparte merece, como es lógico, el aspirante que no era otro que don Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Siento decirlo pero, una vez más, una intervención triste y penosa. Don Pedro no ha debido enterarse aún de que un debate de investidura consiste fundamentalmente en que quien se postula debe presentar un programa de gobierno y tratar de convencer a un número suficiente de sus oponentes. Pedro Sánchez no parece saber que un programa político tiene que contener las medidas apropiadas para el gobierno de un estado. No parece haberse enterado de que la política es defender un modelo de economía, es expresar su idea de organización de la sociedad, son las leyes, son medidas fiscales, es defender la unidad del estado, es ofrecer ideas para el mercado de trabajo, es política exterior, es cooperación internacional…. Sánchez parece creer que todo se reduce a cosas que a buen seguro son muy importantes pero a las que no se pueden restringir las aspiraciones de un estado democrático y de derecho: el feminismo, el medio ambiente, la transición ecológica, una ley sobre plásticos, prometer subir las pensiones y elevar el  salario mínimo demagógicamente y sin decirnos cómo piensa pagar la factura…

Ya sabemos que su programa real debe estar siendo discutido en esas reuniones que está teniendo con el partido de Iglesias y quizá por eso no nos las presenta. Porque ni las tiene ni las sabe. Pero, si es así, ha empezado la casa por el tejado porque primero debió pactar con ellos y en su caso tras lograr su apoyo, presentarse a la investidura con un proyecto, no hacernos perder el tiempo y no gastar dos horas en hablar para no decir nada, porque si no, como le espetó Casado: “¿A qué ha venido aquí señor Sánchez?”. Su único e irresponsable argumento era, como siempre, pedir la abstención de los demás "por responsablidad". No se puede ir a clase sin haber hecho antes los deberes porque en tal caso, como le dijo la Diputada canaria, doña Ana Oramas: “está usted suspendido señor Sánchez”.

Hay hechos que a muchos podrá parecer que no tienen importancia pero que denotan la mucha o poca calidad humana de cada personaje. Sánchez no se dignó contestar a Abascal, le mostró su mala educación y su desprecio sin decirle nada a él, solo dirigiéndose a Casado y a Rivera, aprovechando taimadamente que ya no podían hacer uso de la palabra, para decirles: ¿Ven ustedes como pactan con una extrema derecha que siembra odio? Sin presentar mayores argumentos y cuando nadie le puede contestar, en Vox siembran odio porque lo dice él y punto. Ya nos hemos referido antes a este asunto, pero eso es lo que dice quien podría estar a punto de gobernar con la extrema izquierda, con aquellos a quienes ha calificado muchas veces como sus socios preferentes, con los castristas y chavistas bolivariano-leninistas de quienes él mismo manifiesta al mismo tiempo rotundamente desconfiar -pura coherencia-, con quienes se declaran enemigos de la economía de mercado y defienden el derecho de autodeterminación de los golpistas catalanes, con una posible Ministra que responde por el nombre de Irene Montero, Krupskaya profesional, quien tan contraria ella a todo lo que signifique odio y como muestra de amor dijo aquello de que “los Borbones a los Tiburones” y “nuestros recortes vienen con guillotina”. No, Sánchez no respondió al alegato de Vox, al partido de Ortega Lara, pero sí lo hizo al de Bildu, que son unos chicos y chicas la mar de virtuosos y pacifistas como Otegui y Josu Ternera. Y luego se pregunta que por qué desconfiamos de con quien pacta o deja de pactar.

Pero no quiero terminar sin referirme a un hecho que, aunque no pertenece directamente al acto de investidura es muy significativo: La señora Chivite, la tan amiga de Sánchez y previsible futura presidenta de Navarra con la colaboración de podemitas y la complicidad de bildutarras, desde la tribuna de invitados se divirtió haciendo cortes de manga a Albert Rivera cuando éste se dirigía a la Cámara. ¿Quién da más? Sí señores, todos estos y algunos otros son quienes nos quieren gobernar durante los próximos cuatro años, o puede que sea por más. Como reza el dicho popular, con estos bueyes habría que arar. Es lo que hay.