Aunque muchas mujeres ocupan cargos de responsabilidad política en España, pocas asumen puestos de liderazgo, lo que prueba que aún queda mucho camino por recorrer en pos de la igualdad plena.

En el espacio de la derecha la única lideresa reconocida es Isabel Díaz Ayuso, pero en la izquierda el panorama resulta más desolador.

En el PS, antes PSOE, ni barones ni baronesas tendrán  opción alguna de destacar mientras el egocéntrico autócrata Sánchez siga al frente del partido como único adalid.

En las formaciones woke, Sumar, Podemos y demás que componen la órbita de la izquierda extrema, el panorama es aun más lamentable: ni Belarras ni Monteros ni ninguna otra, poseen el mínimo carisma. Yolanda Díaz no solo es que engañe a ofuscados seguidores, fanáticos de aire bolchevique, es que en el reciente intento en su Galicia natal, donde antes solo cosechara fracasos, ha vuelto a constatar lo que la realidad demuestra quedando relegada al papel de bluf que siempre fue, ¿quién le habrá dicho a esta señora que hablar en público es tarea fácil y a su alcance?

El último empeño izquierdista en pos de lanzar a una lideresa parece ser Ana Pontón, la política gallega mediocre que ya había perdido dos comicios antes de tampoco ganar el del 18-F pese a contar con el (inaudito) apoyo de los socialistas que le cedieron el campo, además del de su grupo BNG. Es cierto que ha crecido mucho en votos pero lo ha hecho a costa del cretinizado socialismo, porque lo que los gallegos han votado ha sido a favor de la continuidad. No creo equivocarme al pronosticar que, por mucho que nos la vayan a mostrar en telediarios y otros medios, Pontón no tendrá un halagüeño futuro como lideresa carismática. Ha empleado una táctica similar a la de Yolanda Díaz: disfrazarse de moderadita, hablar suavecito y solo de derechos sociales ocultando su faz de independentista radical, admiradora de Chávez y Castro y aliada de Bildu y ERC en las elecciones de 2019.

Con Ayuso se podrá estar de acuerdo o no, Ayuso  podrá acertar o errar pero siempre se muestra tal cual es, dice exactamente lo que piensa y en lo que cree y nadie podrá decir que miente; tiene una cualidad innata de la que carecen otras (y otros), carisma, y por eso es aclamada por la calle por más que le pese a muchos.

Ayuso es auténtica, cualidad de la que carecen todas las demás citadas que son falsarias, menos creíbles que una encuesta de Tezanos, sepulcros blanqueados y lobos disfrazados de cordero.