El pasado 24 de abril, Sánchez nos escribió su fingidamente entristecida, lamentable y mal escrita “carta a la ciudadanía” anunciando su posible dimisión, tuit lleno de amenazas a la oposición, a los jueces y a la prensa libre, para proporcionarse un homenaje, lisonjera gran manifestación de adhesión inquebrantable al más rancio estilo fascista y bolivariano, que se sustanció en una ridícula y escasa concentración de adeptos. Nos ofreció una muestra de ñoñería de adolescente enamorado  de su mujer a quien ya no sabemos si ama tanto o también utiliza; pero contenía otra amenaza a sus ministros y cargos: ¡Ay de quien no adule lo suficiente al Cesar dejando claro quien es el puto amo!

Mucho se especuló sobre que si dimitía o no -conociendo su faceta de consumado mentiroso no sé quien pudo dudar de que iba de farol- Todo era teatralidad de un actor no muy cualificado. Al final, claro estaba, ahí sigue sin la menor intención de dejar de habitar y vacacionar en palacios, además de poder utilizar el Falcon -él y todo su gobierno- aunque solo fuera para ir a la República Dominicana o para ver conciertos.

¿Pero cómo se iba a atrever a perder su condición de aforado?, además y posiblemente, si abandonara, el partido (cuesta llamarle PSOE) perdería el poder y, llegado ese día, muchos de cuantos ahora tan empalagosamente manifiestan sumisión al líder y caudillo invencible, perderían sus cargos y prebendas y se revolverían haciéndole responsable por las muchas barbaridades que ha cometido, dejándolo tirado como algún día posiblemente ocurra. Y lo sabe. Pero, mientras, seguirá aplicando el manual del perfecto dictador. Atenta la prensa libre, atentos los jueces; preparémonos todos porque se avecinan tiempos difíciles.

La Nicaragua que tanto cautiva a los muchos comunistas del gobierno y afines, está dictatorialmente copresidida por Daniel Ortega y esposa, Rosario Murillo pero, afortunadamentey al menos de momento, en España Begoña Gómez no es vicepresidenta. Pero no le demos ideas.