Descubrir, dos semanas después de ocurrido y gracias a la prensa, que unos empleados de Podemos habían sido detenidos en Vallecas cuando habían acudido a reventar un mitin electoral de otro partido, no es más que la enésima prueba de que estos comunistas son lo mismo de siempre y de que su cinismo no conoce límites cuando se autoproclaman la esencia de la democracia y lloriquean por haber recibido unas supuestas amenazas que no dudan en atribuir al fascismo, culpando de ellas y sin pruebas, al mismo partido que acababan de atacar a pedradas y al resto de quienes se oponen a su demagogia izquierdista.

Pero es mucho más reprobable la actitud, no del socialismo real que ya ha desaparecido del panorama político español, sino del sanchismo de corte guerracivilista que ahora nos  gobierna sin más ideal que su propia permanencia en el poder. Que el ministro del interior ocultara la detención de tales individuos podemitas, muestra la abyecta deriva hacia la que ha tendido el que algún día fuera respetable juez de la Audiencia Nacional y que ahora se permite llamar organización criminal a la oposición. Pero también la actitud de todas las actuales izquierdas en la campaña electoral madrileña nos produce sonrojo al contemplar como unos compatriotas pueden llegar a ser tan mezquinos pues, a pesar de no haberse ganado nunca nuestro respeto, no creíamos que llegaran a hacer el ridículo hasta esos extremos.

La campaña de todas los izquierdas se ha basado en la simple descalificación del adversario, en no presentar propuestas y con una única consigna: todos los que no son de izquierdas son fascistas. Ayuso es fascista, Abascal es fascista y de paso Bal también si no nos ayuda;  nos mandan cartas con balas y cuchillos ensangrentados (qué ridículo protagonizó doña Reyes Maroto), y el fascismo no pasará. Qué pesados y qué perversos. Y, para colmo, han terminado con el prestigio que le quedaba a Ángel Gabilondo.

El principal error del sanchismo/podemismo imperante es que parecen desconocer la idiosincrasia de los madrileños y la razón de que el PP, a pesar de tantos casos de corrupción pasados como se le atribuyen, lleve gobernando 25 años; ignoran que el único socialista que ha ostentado el poder en la Comunidad madrileña, Joaquín Leguina, lo hizo desde la socialdemocracia moderada, el mismo Leguina que ahora, por algo será, pide el voto para Ayuso . Desdeñan que en la Comunidad que mejor representa el motor económico del país se valore, sobre todo, la gestión y se desprecie la confrontación ideológica sectaria; y en cuanto a gestionar, hoy por hoy, el gobierno de Díaz Ayuso, y a pesar de tantos ataques desmesurados como ha recibido, ha demostrado una capacidad muy superior a la infamia de sus oponentes. Por eso, y a expensas y sabiendas de que puede haber sorpresas indeseadas, más que el Partido Popular, Isabel Díaz Ayuso puede ganar abrumadoramente las elecciones del 4 de mayo.

Fascismo ha sido la palabra más repetida, reiterada hasta la saciedad por todas las izquierdas durante la campaña electoral madrileña. Pero parece un error el que en demasiadas ocasiones cometen algunos, entre ellos muchos periodistas atacados directamente por discrepar de los Iglesias y demás izquierdistas radicales, decir a éstos que los verdaderos fascistas son quienes les insultan. No, no se debiera decir a los Echenique, Monedero, Iglesias, Montero y demás, aquello de que el fascista eres tú. Estos ejemplares son simplemente  comunistas y así hay que decírselo: sois comunistas. Es cierto que los extremismos tienen muchos puntos de coincidencia y se pueden llegar a confundir, pero cada uno es lo que es y llamar a un comunista fascista es blanquear la marca del marxismo/leninismo que tiene sobre sus espaldas cien millones de muertos. El jurisconsulto romano Domio Ulpiano acuñó una frase también después defendida por Tomás de Aquino: la justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a a cada uno su propio derecho. Pues démosle a cada cual lo suyo.

La Resolución 1481/2006 del Consejo de Europa condenó enérgicamente los crímenes de los regímenes comunistas totalitarios equiparándolos con el fascismo y el nacionalsocialismo y, el 19 de septiembre de 2.019, el Parlamento Europeo aprobó la denominada “Resolución sobre la importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa” condenando los crímenes cometidos por los regímenes nazi y comunista a lo largo del siglo XX.

Llamar fascistas a los comunistas es, además de blanquearlos, tanto como aceptar la superioridad moral que ellos se arrogan y admitir que sigan ganando la batalla cultural supremacista que llevan imponiéndonos desde hace tanto tiempo.

España es el único país occidental, democrático -por ahora- y, mientras la coalición gobernante no lo impida perteneciente al llamado ocidental y primer mundo, que sienta comunistas en su consejo de ministros. No somos de fiar y perdemos prestigio internacional a borbotones. Europa nos observa con recelo no exento de preocupación, y Biden sigue sin devolver la llamada, esa que mucho me temo que ni siquiera se produzca o tarde mucho en hacerlo, a "Vacuneitor Sánchez".

Fechoría tras fechoría de estos ruines así nos va, están tratando de  hundir las bases de nuestro sistema democrático y parece que no todos acabamos de darnos cuenta. Pero quizás en Madrid empiece el cambio y así lo deseamos.