La palabra mara no es sino una simplificación de marabunta, que define muy bien a estas pandillas tan abundantes en América Central y especialmente en El Salvador, sede, si es que se puede utilizar ese apelativo para una organización delictiva, de las más tristemente célebres de todas ellas, la Mara Salvatrucha y la Mara 18, que la sigue de cerca. Pandillas mafiosas que mantienen en vilo a los gobiernos del área que intentan combatir a estos grupos surgidos un cuarto de siglo atrás en los barrios hispanos
de Los Ángeles.

Aunque ha sido exportado a otros países de la zona y aunque en algunos otros como en España de algún modo puedan llegar a notarse sus efectos ocasionalmente, el fenómeno se concentra principalmente en el llamado Triángulo Norte de Centroamérica integrado por Guatemala, El Salvador y Honduras, países caracterizados por la pobreza y la desintegración familiar. Son muchos los factores de orden social, económico, político, institucional y geopolítico que provocan el fenómeno.

Centroamérica es una región ubicada geopolíticamente en la Cuenca del Caribe que comprende a Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y la región mexicana de Chiapas. Se suele considerar que ésta ultima por su adscripción a México, Belice por su pasado británico y Panamá, territorio colombiano hasta 1.922, no forman parte, plena y esencialmente, de esa especie de unidad política que se presupone al istmo centroamericano o lo hagan en menor medida. La negociación y firma de un Tratado de Libre Comercio de estos países con Estados Unidos en 2003 no contó con Belice ni con Panamá, aunque sí incluyó a la República Dominicana. El tratado es altamente beneficioso para la economía de la región que también cuenta con importantes ayudas económicas norteamericanas. Ayudas, éstas últimas, que Donald Trump ha amenazado con cortar si no se detiene la “gran caravana” de migrantes que se dirige a Estados Unidos.

Durante la guerra fría, Estados Unidos promovió y financió numerosos conflictos tanto en Sudamérica como en América Central para tratar de impedir el avance del comunismo en el continente, lo que por contra trajo como consecuencia la existencia y promoción de numerosas dictaduras oligárquicas de derechas. Norteamérica considera a todos los países (centro y sud) americanos, como un factor determinante de su hegemonía mundial. Por todo ello y por la dependencia financiera creada, se ha considerado a estas naciones, pero fundamentalmente a las de América Central, como el “back yard” o patio trasero de Norteamérica.

En el espacio centroamericano se encuentran las sociedades más empobrecidas de América que son: Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala, lugares donde la pobreza va acompañada de una pésima distribución de la riqueza. Así, las remesas de sus emigrantes juegan un papel decisivo y fundamental para la economía salvadoreña y resultan significativas para todo el resto de estados centroamericanos.

Los acuerdos de paz firmados tras los diferentes conflictos en los países del área, solo dieron lugar, o reforzaron, a regímenes democráticos restringidos, pero no modificaron el fondo u origen de tales contiendas. No fueron acompañados de cambios económicos, sociales, políticos, étnicos o culturales, factores que fueron los que motivaron los enfrentamientos. No se logró una paz verdadera y aunque se acabasen las matanzas, la violencia no fue erradicada ni lo fueron la pobreza, la falta de derechos humanos o la discriminación. En Centroamérica no se logró terminar con el dominio de la oligarquía, se mantienen amplios sectores empobrecidos y está inscrita en los requerimientos del gran capital y la geopolítica estadounidense.

Centroamérica estuvo inmersa en conflictos civiles y sometida a distintas dictaduras durante toda su Historia desde que obtuvo la independencia de España y, como indicábamos, tampoco los movimientos revolucionarios más recientes han servido para solucionar sus múltiples problemas. Y para colmo de todas sus desdichas, en Nicaragua ha vuelto a recrudecerse el enfrentamiento cívico ante el resurgir de un nuevo totalitarismo comunista del sandinista Daniel Ortega.

Pero detengámonos un momento en el caso particular de El Salvador y veamos lo que opinan destacados personajes de este pais donde, como hemos anticipado, está la raíz de la mayor parte de las maras, aunque la situación en los estados colindantes no se diferencie mucho de la salvadoreña:

Las maras son verdaderas organizaciones mafiosas implicadas en tráfico de drogas y armas, extorsión y secuestros. Con unos 7.000 pandilleros presos, las cifras oficiales del Ministerio de Seguridad de El Salvador sitúan a 60.000 jóvenes en las temibles pandillas que causan estragos en la población.

Existe un dato que no es despreciable para entender de algún modo la situación del país. Desde el final de la guerra en 1.992, además de Alfredo Cristiani, presidente en ese momento, otros tres dirigentes pertenecientes al mismo partido derechista ARENA lograron la presidencia consecutivamente. Mauricio Funes fue el primero perteneciente al ex-guerrillero FMLN en ganar los comicios, el mismo partido al que pertenece el actual presidente, Salvador Sánchez Cerén. Pues bien, de un total de seis presidentes, los tres anteriores al último fueron imputados por corrupción y los dos primeros fueron sospechosos de enriquecimiento ilícito.

Según la directora del Instituto de Opinión Pública de la Universidad Centroamericana o UCA, de San Salvador, Jannet Aguilar: “las maras son el resultado de familias disfuncionales (...) y también de los Estados que privilegiaron la represión y no alentaron verdaderas oportunidades educativas y laborales.”

Por su parte el procurador de Derechos Humanos, Óscar Luna, pidió a las autoridades: “no crear falsas expectativas de que con la ley se acabarán las pandillas, a las que se atribuyen 13 homicidios al día en el país” (cuyo tamaño es similar a la provincia de Badajoz)

Diego Echegoyen, gerente de Cooperación y Relaciones Internacionales del gobierno salvadoreño e impulsor de la iniciativa 'El país que viene', que recientemente recibió en Bilbao el Premio Novia Salcedo por su labor en la promoción de la juventud salvadoreña, manifestó que: “Una proporción amplia de la sociedad defiende a los pandilleros, porque son los que cuidan de su barrio y determinan la seguridad de su entorno mientras que el 30% de la población vive a expensas de ellos. Un país con una alta tasa de desescolarización y fracaso en las aulas, de difícil acceso al mercado laboral y elevado índice de subempleo, dominado por la criminalidad, lo que ha precipitado un flujo migratorio masivo”

Nayib Bukele, de 38 años y uno de los candidatos a las próximas elecciones presidenciales, exalcalde de Nuevo Cuscatlán y San Salvador, afirmó cuando visitó España para un encuentro con ciudadanos de su país residentes en Madrid, que: “la situación que se vive actualmente en El Salvador es comparable a la que se vivió antes de la guerra (…) tenemos una violencia probablemente entre las cinco peores del mundo de países que no están en guerra (…) Terminó la guerra civil y se firmaron unos acuerdos de paz que no se cumplieron, solo la parte política en la que la guerrilla se convertía en partido y se desmovilizaban las tropas. Pero todo lo demás, la desigualdad social, la pobreza, la educación, la salud, la inseguridad, se mantiene (…) Si la sociedad salvadoreña no entiende que está enfrentada a un fenómeno social igual o más difícil que el que nos llevó a la guerra civil, no vamos a poder resolverlo”.

Para colmo, Donald Trump tiene la intención de dar por finalizado el TPS o Estatus de Protección Temporal, programa que data de 1.990 y que se creó para permitir vivir y trabajar en USA a ciudadanos de países afectados por desastres naturales o guerras. De los 400.000 que se beneficiaron del TPS, 195.000 son salvadoreños y a todos se les han dado entre 12 y 18 meses para cambiar su situación migratoria (¿…?) o regresar a sus países.

Trump actúa por motivos raciales, populistas y nacionalistas para tratar de reducir el numero de inmigrantes que ya están en Estados Unidos y se opone firmemente al reciente fenómeno de las caravanas procedentes fundamentalmente de Honduras, Guatemala y El Salvador amenazándolas incluso con abrir fuego sobre quienes intenten cruzar la frontera.

No sabemos si Trump es consciente de que esto es, en todo o en parte, el resultado de lo que las políticas norteamericanas han sembrado desde hace muchos decenios. Tal como indicó Alberto Cortés, director del Consejo Universitario de Costa Rica, Estados Unidos ha convertido Latinoamérica en el laboratorio de su política exterior.

Igual que dijimos que Europa es la responsable última de estar recibiendo las migraciones africanas:

https://www.elseptimojinete.com/europa-y-africa-la-deuda-historica/

también los Estados Unidos sembraron los vientos que han provocado las actuales tempestades de la inmigración masiva, con el añadido de que en América Central haya surgido el terrible problema de las maras que ofrecen peor cariz, en cuanto a su solución, que las sangrientas guerras que antes sostuvieron.