Todos los genios, antes o después, acaban siendo juzgados solo por su obra sin que sus coyunturas personales y todas las posibles circunstancias que les hayan acompañado a lo largo de su vida, influyan en el juicio que la historia hace de ellos. ¿A quien le preocupa lo que pensara Mozart, qué importancia tiene que Góngora fuera  canónigo, Calderón militar, Alfonso X “El Sabio” Rey de Castilla o la sexualidad de García Lorca? No, solo nos interesan sus creaciones.

También es cierto que casi siempre tiene que transcurrir el tiempo suficiente para que todos los coetáneos del personaje, sobre todo aquellos que no comulgaban con sus ideas  o sus actuaciones personales, hayan desaparecido de este mundo y todas esas particularidades del momento dejen de ser contempladas por las gentes como algo determinante.

Recientemente ha fallecido una extraordinaria escritora española, Almudena Grandes, una figura cuya literatura brilló y seguirá brillando siempre a gran altura. Almudena Grandes era, por otra parte, una persona  muy comprometida con la ideología de izquierdas y tanto su pluma como su voz estuvieron siempre muy afiladas en contra de las derechas de cualquier signo. Tristemente famoso fue su soez comentario sobre la madre Maravillas, Beata de la Iglesia Católica, grosera frase que ni siquiera me atrevo a reproducir, mofa que añadía el error de atribuir a la monja una frase de San Juan de la Cruz.

Nada de lo anterior puede restar calidad a la literatura de la señora Grandes, pero tampoco debiera ser razón para que, quienes comparten sus ideas, hayan tenido tanta prisa en utilizar su figura con intenciones claramente partidistas. El caso es que la polémica pronto quedó servida al querer, los unos, nombrarla Hija Predilecta de la ciudad de Madrid y realizarle un gran homenaje póstumo, al contrario que los otros, entre los que se incluyen tanto el alcalde de esa ciudad, Martínez Almeida, como la vicealcaldesa, Begoña Villacís, que excusaron su asistencia a los actos, o la presidenta de la Comunidad que también ha ignorado en gran medida a la escritora.

Que todo lo anterior fueron hechos planteados con precipitación y desde un punto de vista muy politizado por las izquierdas está más que claro, pero quizá las autoridades deberían haber sido capaces de comerse el sapo, aguantar el chaparrón y restar importancia a todo lo que no fuera simplemente homenaje literario. Tal vez.

Pero también cabe plantearse cual hubiera sido la reacción de cada uno de los actores políticos antes implicados en el caso de que a alguien se le hubiera ocurrido organizar un homenaje, por ejemplo, a don José María Pemán, fallecido hace ya más de cuarenta años. Es cierto que don José María fue uno de los ideólogos del franquismo, tan cierto como que fue un gran novelista, poeta, dramaturgo y ensayista, insigne autor de teatro poético y comedias de carácter andaluz.

Sí, las izquierdas hubieran rasgado sus vestiduras.

Tendrán que pasar aun muchos años hasta que Grandes y Pemán sean vistos solo como lo que son: genios de la literatura. Ocurrirá cuando a nadie le importen sus ideologías, algo que sucederá antes o después por mucho que ahora nosotros, miserable carne mortal, creamos que somos el centro del Universo y que vamos a arreglar el mundo a base de sectarismo visceral.

El creador de Marinero en Tierra, Rafael Alberti, fue otro eminente poeta pero muy sospechoso de algo tan horrible como que, al escribir aquellos artículos llamados “A paseo” en su revista "El Mono Azul", en ellos se señalaran algunos posibles objetivos a aquellas chusmas que sacaban “a pasear” a las personas que luego asesinaban, sembrando el terror en la capital. Alberti llegó a ser diputado por el Partido Comunista al regresar a España tras la instauración de la democracia, cuando empezó a practicarse la cultura del perdón, hoy olvidada. Yo espero que en el otro mundo le hayan pasando factura si es el caso, y que sea la Historia quien le juzgue, pero nosotros, aun sin olvidar, debemos seguir admirando su obra.

Sin embargo, a Pemán, que no parece ser responsable de ningún asesinato, se le aplica la nefanda "ley de venganza histórica". Un personaje tan nocivo como el alcalde Kichi le ha quitado la calle que tenía dedicada en su Cádiz natal además de retirar la placa que recordaba la casa donde nació y hasta no pocos, la mayoría iletrados, menosprecian su obra por considerarla de poca calidad (¿…?).

Españolito te guarde Dios, escribió Antonio Machado. Sí, gracias a muchos de nuestros políticastros, me temo que durante mucho tiempo seguirán existiendo las dos Españas que dijera el poeta. Don Antonio no vivió el actual panorama, pero no es tan diferente al de su época.