Decía el protagonista de la famosa serie televisiva Doctor House: Somos lo que creen que somos, la realidad es irrelevante

El Partido Popular (PP) reúne un conglomerado de ideologías del centro y la derecha política. Procedente de la antigua Alianza Popular (AP) de Fraga Iribarne, se refundó en el año 1.989 recogiendo los restos de la debacle del centrista partido de Adolfo Suárez (UCD) y fusionando al democratacristiano y luego Partido Demócrata Popular (PDP) de Oscar Alzaga y a la Unión Liberal (UL) de Pedro Schwartz.
A pesar de que sus adversarios políticos traten de colocarle siempre el sambenito de ser una herencia del franquismo situándole próximo a la extrema derecha, eso es algo que carece de la mínima base o fundamento y menos desde que está bajo la presidencia de Mariano Rajoy. Existen a su derecha otras formaciones políticas, casi desconocidas por la mayor parte de la ciudadanía, todas carentes de la menor relevancia y, por supuesto, muy alejadas de cualquier posibilidad de obtener representación parlamentaria, que recogen ese voto de corte fascistoide.
Desde que alcanzase por primera vez el gobierno de España de la mano de José María Aznar, el PP se ha venido turnando con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) dentro un sistema bipartidista que parece haber llegado a su fin. Tras obtener la mayoría absoluta en las elecciones legislativas de diciembre de 2.011, Mariano Rajoy logró revalidar con muchos apuros su presidencia en 2.016, pero desde entonces viene gobernando dificultosamente en minoría solo con el apoyo, por responsabilidad sí, pero intermitentemente y para nada de modo incondicional, del partido que, en realidad, quiere arrebatarle el gobierno, Ciudadanos (Cs), aunque compartan gran parte de la misma ideología. La actual tendencia europea y española nos lleva hacia la desaparición del bipartidismo con la emergencia de nuevas formaciones políticas entre las que en nuestro país destaca, además de las ya citadas (PP,PSOE y Cs) la conocida como “Podemos” que, en coalición con la comunista Izquierda Unida (IU), forman el grupo llamado “Unidos Podemos”, un conglomerado de “leninismo amable” -oxímoron inverosímil-, anticapitalistas, antisistema, círculos/soviet, populismo y demagogias varias. Otras formaciones como Vox o UPyD luchan denodadamente por ocupar un espacio político con poco éxito, al menos de momento.
En realidad el bipartidismo parece haberse travestido en una especie de bibloquismo, si se me permite tal expresión. Por un lado se observa una facción de corte liberal compuesta por un PP y un Cs enfrentados y otro bando izquierdista del que forman parte PSOE y Podemos, también rivales encarnizados incluso en lo ideológico.
De acuerdo con las ultimas encuestas, el PP se está desangrando poco a poco, el PSOE, que ya había batido todos sus records de caída, parece mantener la misma tendencia y Unidos Podemos, tras un inicio muy prometedor, parece haber tocado techo hace tiempo y ahora solo sigue la senda del desplome, error tras error.
El único partido, siempre según las encuestas que solo pueden marcar tendencias, con una dinámica de crecimiento rápido parece ser Cs, quien, de acuerdo con dichos sondeos, podría disputar el primer puesto al PP en las próximas elecciones de 2.020, pero triunfe quien triunfe, quedará muy lejos de poder gobernar sin pactos y probablemente se podrá encontrar en manos de sus rivales y en un estado de endeblez política muy grande.
El desfallecimiento del Partido Popular se debe a una multitud de causas. En primer lugar la ya citada desaparición del bipartidismo, que ha afectado de modo similar a los dos anteriormente mayoritarios. El ejercicio del poder siempre produce desgaste a quien lo ejerce, pero los populares se han hecho el harakiri a base de casos de corrupción. Excepto Cs, que no ha tenido responsabilidades de gobierno a ningún nivel, ninguna de las otras tres formaciones es ajena a las corruptelas que en el caso del PSOE parecerían incluso mayores, pero el Partido Popular es el que sufre más sus consecuencias, en primer lugar por la mayor visibilidad que le otorga el hecho de tener el gobierno en sus manos, en segundo lugar por su torpeza en manejar las situaciones y dejarse comer el terreno en el campo de la comunicación, en tercer lugar por esa especie de frente común o frente popular en el que siempre estarán de acuerdo todas las izquierdas y los nacionalismos, en siguiente lugar por basar toda su política solo en justificarse con la economía en la que ciertamente ha obtenido resultados positivos pero insuficientemente apreciables y en penúltimo lugar porque Ciudadanos, lógicamente, lo que realmente desea es arrebatarle el poder y su motivación es desgastarle por sus errores, anotándose sus pocos aciertos como si fueran propios.
Pero hay una última razón que contribuye a debilitar mucho al PP y es el hecho de que muchos de sus potenciales votantes se sienten traicionados ideológicamente. Más que las corruptelas que bien saben afectan también a otros, fue su indefinición en el terreno de la lucha contra el terrorismo de ETA en la que, no se sabe bien por qué, Rajoy pareció haber aceptado en gran parte las políticas de Zapatero (caso Bolinaga como ejemplo), su incumplimiento de las acciones contrarias al aborto como había prometido, la sensación de haber dejado de la mano a las asociaciones de victimas del terrorismo, su aparente falta de contundencia frente al separatismo, el intento de Rajoy de alejarse un tanto de la política de carácter cristianodemócrata o liberal hacia otra de caracter más similar a la socialdemocracia keynesiana, y sus complejos como si creyera que tiene que pedir perdón por ser de derechas. Eso ha hecho que una gran parte de sus correligionarios ahora parezcan preferir, bastantes a Ciudadanos y algunos a Vox, mientras otros se quedarían en casa. Si todavía le resta una menguada pero sólida base electoral es porque muchos desconfían, no sin falta de razón, de la indefinición de Ciudadanos en esos mismos puntos ideológicos en los que fueron decepcionados por el PP y, quizá, por recelar de la eficiencia y capacidad para gobernar de un todavía bisoño Partido de la Ciudadanía carente de suficientes estructuras, y con sus circunstanciales o interesados coqueteos con el PSOE de un Sánchez que también parece haber perdido hace mucho tiempo la brújula.
Si el PP volviese a ganar las próximas elecciones y lograse formar gobierno, lo haría en unas condiciones de extrema debilidad que solo podrían contribuir a su posible devastación. Necesitan pasar a la oposición, perder visibilidad, apartarse en lo posible del foco mediático y si les queda algo de inteligencia política, volverse a refundar, cambiar muchos de los rostros visibles y desgastados, sean o no culpables de algo, dar muestras de autentica regeneración ante la corrupción y ofertar un posicionamiento ideológico creíblemente cristianodemócrata y liberal que sus votantes conservadores, que son la mayoría, puedan entender. Probablemente le pasaría el testigo del gobierno a Cs, quienes, de repente, se encontrarían sorprendidos y señalados como los nuevos herederos del tardofranquismo y habrían de gobernar en una nada envidiable situación de debilidad mayúscula. Sean quienes sean los sucesores, se encontrarían con una dificilísima papeleta.
Pero el PP necesita pedir un tiempo muerto en este match, de lo que tal vez no sean conscientes.
El único partido que, desde la llegada de la democracia, ganó unas elecciones en España fue la UCD de Adolfo Suárez. Ni el PP ni el PSOE han logrado ganar jamás unos comicios por méritos propios sino gracias a los errores de sus oponentes. Cada vez que la economía tocó fondo con el PSOE, se le entregaron los trastos al PP para que sacase las castañas del fuego; Aznar cometió errores que condujeron finalmente a su partido a la derrota electoral pero situó a España como octava potencia económica del mundo y, tras la tristemente célebre Champions League del despilfarro, de aquel Zapatero que aprendió economía en dos tardes, obtuvo Rajoy una mayoría absoluta con la que empezó a lograr y sigue logrando, con muchas dificultades, salvar los muebles financieros.
Dice el proverbio chino que si te sientas a la puerta de tu casa verás pasar el cadáver de tu enemigo y esa suele ser la tactica que utiliza Mariano Rajoy. No queremos ni enemigos ni cadáveres pero tan famosa flema debería exhibirla quizás ahora mejor sin él, con savia fresca y con la cara lavada desde la oposición, el Partido Popular.