Parecen ayunos de entendimiento (algunos lo son), pero saben lo que hacen y actúan así porque son perversos. Saben que Ayuso es una antigua alumna de la Complutense  convertida, por sus méritos, en personaje ilustre, pero nunca será considerada por el feminazismo porque no es “de los suyos”. Belarra sabe que Juan Roig crea riqueza y da miles de empleos, pero ella, siguiendo su ideario comunista debe “atacar al capitalismo”. Sánchez conoce la diferencia entre un asesinado y un fallecido pero intenta, a su infamante manera, guardar no se sabe bien qué distancias. Saben de sobra que las algaradas independentistas en Cataluña no se parecen a lo que hubo en la plaza de Cibeles el 21 de enero, pero hacen ridículas equiparaciones entre aquellas y una exitosa manifestación a la que asistieron un numero de personas infinitamente superior a las 31.000 que ladinamente contabilizó la Delegación de Gobierno. Esa manifestación les dolió enormemente y esforzándose mucho encontraron dos banderas franquistas entre miles y miles de enseñas nacionales y, tanto ellos como sus subvencionados medios afines, rasgaron sus vestiduras. Lamentando que no se hubiera roto ni una papelera y ante la falta de otra “foto de Colón”, de cualquier manera tenían que denostar a la oposición y a los manifestantes.

Saben que exhibir la enseña republicana no está prohibido cuando lo hace un particular pues está amparado por la libertad de expresión, como tampoco lo es portar una bandera estelada ni la franquista, pero como el águila de San Juan les incomoda, el gobierno y sus periodistas apesebrados se lanzaron al cuello de los organizadores porque, claro, “son fachas franquistas”.

Sabe (o debería saber), doña Marisu Montero, que el Águila de San Juan, aunque fuera utilizada por Franco, es incluso anterior a los Reyes Católicos, que ya aparece en el Apocalipsis y representa a San Juan Evangelista. Y sabe que llamarla aguilucho demuestra que quien lo hace ostenta un alma miserable, pero en ese terreno se siente a gusto. Como muchos otros. De vergüenza.

Este mismo artículo está publicado en <<Cartas al Director>> de El Debate del día 30 de enero de 2023