Es evidente que todo el sanchismo anda desesperanzado y que, en su angustia, no hacen más que cometer errores que les pueden salir muy caros: véase, si no, la reciente intervención del Delegado del Gobierno en Madrid llamando ejemplar a Bildu. Solo tenemos que agradecerles haber contribuido, junto con Yolanda Díaz, a casi borrar del mapa a la formación de Pablo Iglesias, o al menos eso parece de momento. Claro que para esa tarea, menos dejarse coleta, Sánchez ha creído conveniente podemizarse a fondo, pero allá él.

Tampoco engaña a nadie, excepto a quien quiera dejarse embaucar, la pijoproletaria que ha montado ese conglomerado confuso y difuso al que ha denominado “Sumar”.

Por mucho que Yolanda haya vetado a engendros políticos como Montero y Echenique, sus propuestas solo pueden gustar a los mismos extremistas de siempre. Aquella Yolanda que dijo: “no frivolicemos con la libertad, el comunismo es la democracia y la igualdad”, la que siempre mostró su admiración por Hugo Chávez, ha colocado como su numero dos al hasta ahora casi desconocido Agustín Santos Maraver de quien hemos sabido que, entre otras lindezas, es defensor del independentismo y llama bananera a nuestra monarquía -qué buen ojo tuvo Sánchez al nombrarle embajador ante la ONU-, muy promarroquí él sobre el conflicto del Sahara, mientras propone a una activista saharaui como numero tres por Madrid. Otro acierto de esta eminencia política ha sido nombrar como referente económico a Carlos Martín Urriza que defiende los mismos postulados que Ione Belarra en cuanto a los empresarios. Sí, todo más de lo mismo. Sonrisa  tras cara peluquería proletaria, pero lo mismo.

Qué podríamos esperar de tanta vacuidad mental, de ella que dijo “España nos está esperando”, la que tantas frases celebres ha dejado para la Historia: “vamos a adaptar las condiciones meteorológicas a los puestos de trabajo”, “vamos a hacer para que la gente sea más fácil para las personas” o su fantástica explicación de los ERTE que avergonzó al ministro Escrivá.

Pobre izquierda española, en manos de quienes está.