Que todo el aparato político y mediático del gobierno calificase de incitación a la rebelión las palabras de Aznar pidiendo una reacción popular para protestar por los desmanes del ejecutivo, no es sino la negación del derecho a manifestarse, derecho que deben pensar que solo les pertenece a ellos y algo que han realizado profusamente a lo largo de los años. Rodear el Congreso o cercar las sedes del PP durante la jornada de reflexión de unas elecciones les debe parecer un derecho inalienable; pero solo de la izquierda.

No pienso que ni Aznar ni Ayuso ni Álvarez de Toledo, nadie, le marque el paso a Feijóo, pero creo que si algún caso les hiciera está en su pleno derecho, aunque también se demuestra, día tras día, que hay alguien en ese PP que sobra, y se llama Borja Sémper.

Las reacciones del gobierno y del actual PSOE sanchista que le sustenta, no son más que la demostración palpable de la pulsión totalitaria que anima su ideario. Cada vez son más las voces de antiguos socialistas que reniegan de las intenciones de Sánchez y aunque con seguridad muchos otros de los actuales tampoco están contentos, conservar el carguito y la paguita les puede más que su amor a España. Y que no mientan, no es que sean otros tiempos, es la sumisión perruna al líder autocrático y narcisista que ha transformado el partido en una estructura clientelar. Pero lean o sintonicen cualquier medio apesebrado, de los de estómago agradecido, y solo recibirán informaciones sesgadas sobre lo dividida que están las derechas a cuenta de las manifestaciones previstas en su contra, y lo malísimo que es Vox -que tanto influye en los populares-, ese partido menos aceptable que el de Puigdemont, que Bildu, o que la Ezquerra de ese genio de la política, el cateto charnego arrepentido llamado Rufián.

Entiendo que habrá sobradas razones para finalmente no hacer la manifestación (o lo que sea) madrileña en la Plaza de España, pero hubiese sido bonito que lo que antes ladinamente calificaron como la “foto de Colón” ahora hubieran de llamarla la “foto de España”.

Hay que abarrotar las calles de Madrid el 24 de septiembre, sobre todo hay que atiborrar las de Barcelona el 8 de octubre. Nos jugamos muchas cosas que son bien sabidas y cuyo relato sería muy largo y es de sobra conocido pero, sobre todo, nos jugamos el estado de derecho y la democracia, nos jugamos, en definitiva, la libertad.